Y así acaba esta etapa...

La historia del hombre está repleta de información referente a sus creencias, a su conexión con su aspecto transpersonal, lo que significa que es algo inherente al Ser Humano, algo de lo que no podemos desprendernos, ya que todos y cada uno de los individuos que han existido, existen y existirán, han sentido en su propio Ser, ese aspecto que no puede verse, únicamente, puede sentirse.
Cuando, a lo largo de su historia, el hombre ha comenzado a transitar el camino de su espiritualidad, como búsqueda de la perfección en su vida, ha dado con las infinitas posibilidades que se abren a su alcance. En ese camino, tratamos de mejorar nuestro carácter, costumbres, ideas, alimentación, y hasta la vida social. A veces, hacemos sacrificios con el fin de alcanzar una vida más plena y feliz; sin embargo, muchas veces no llegamos al estado de éxtasis o plenitud que anhelamos. Desde antaño, la decepción nos ha llevado a rechazar la disciplina que habíamos emprendido, o en el peor de los casos, puede desmoralizarnos a tal punto de pensar que "Dios se ha olvidado de nosotros". Cualquiera que sea la reacción, ésta sólo nos está señalando que hemos cometido un error. Si ponemos atención a los cambios y correcciones que el Ser Humano ha ido adoptando, podemos tomar conciencia de cada uno de ellos. Las tradiciones antiguas, tenían una base firme en la superstición. Este arquetipo requería de numerosos artilugios, protecciones, rituales, etc… que servían de soporte al aspecto mental para ofrecer seguridad y garantías al creyente. Hoy en día, y cada vez más, este arquetipo está desapareciendo de la conciencia colectiva. El Ser Humano ha avanzado su pensamiento hasta comenzar a entender que su máxima protección está en creer en él mismo. Cualquier recurso externo a uno mismo, está fomentando la idea de que eso, sea lo que sea, tiene más poder que nosotros, dígase, imágenes, iconos, amuletos...
El problema está en no ser capaces de identificar las creencias que intentan mermar nuestra propia seguridad personal, algo que se traduce en la necesidad de poder de los unos sobre los otros. Desgraciadamente en la mayoría de las religiones se produce este hecho. Los practicantes no son más que pecadores que deben arrastrar su culpa por los siglos de los siglos, pero aún así, habiendo sido tan malos, el Ser Supremo, es decir, el dios que manifiesta estas directrices, los ama por encima de todo y les exige que se amen los unos a los otros, ya que si no lo hacen pueden ser hacinados en el infierno. En resumen, estas doctrinas pseudoespirituales, dirigen su atención, no al flujo común que es el amor incondicional, sino al ego, imprimiendo en cada célula, miedos, temores y amenazas que son arrastrados en forma de cargas, durante generaciones y generaciones, siglos y siglos, cargados de dolor y sufrimiento, directa consecuencia del temor que yace entre unos y otros, concibiendo la humanidad como entes separados, en lugar de entes en cohesión y unión.
Acostumbrados como estamos a ser manipulados, todos y cada uno de nosotros nos manifestamos como pequeños manipuladores, en mayor o menor grado, dependiendo de nuestras experiencias en la vida. En el nuevo paradigma, esta característica debe, así mismo quedar obsoleta. Dejaremos de ser manipulados y manipuladores, en cuanto integremos que cada uno de nosotros somos seres totalmente libres e independientes. Cuando aceptemos la personalidad, carácter, ideas, características, cultura, religión o creencias de nuestros semejantes y seamos capaces de permitirles ser y existir de acuerdo con ellas. Así seremos libres para poder ser y existir por nosotros mismos, sin necesidad de que nos digan quien tenemos que ser. Para ello se debe comenzar por entender que aunque seamos nosotros quienes traemos a nuestros hijos al mundo, éstos no nos pertenecen y por tanto, tienen todo el derecho a ser ellos y no a ser parte de nosotros. Aquí reside la semilla que deberá germinar para alcanzar esa nueva realidad de existencia por la que estamos caminando.
Así mismo, en la nueva conciencia, no cabe creer que otros son inferiores a nosotros y si realmente estamos y aceptamos nuestra libertad fuera de cualquier dependencia, vamos a entender que otro pueda estar en un estado evolutivo diferente al nuestro que lo hace vivir en las condiciones que en otro momento hubiéramos calificado de inferiores, siendo éstas únicamente, un proceso necesario de existencia para el Ser que las está experimentado. Nuestro trabajo, entonces, no es cubrir sus carencias y necesidades de cualquier tipo, sino apoyar, acompañar, aceptar y comprender.
Si miramos atrás, en esas otras religiones de antaño, las que marcaron a la humanidad por su afinidad con los dioses, podemos ver las diferencias básicas en las que se fundamentan unas creencias y otras. Entonces, el Ser Humano, era un ente mayoritariamente conectado con los dioses, tenían tan presente su aspecto divino que la espiritualidad era un valor primordial que no podía ser rechazado, ya que no existía posibilidad alguna de una visión contraria, gracias a esa fabulosa conciencia sobre el espíritu. Aún hoy, existen tribus primitivas en algunos rincones del planeta, que se asustan cuando ven reflejada su imagen en un espejo o en las aguas cristalinas de una laguna, ya que es ahí donde, en realidad, ven reflejado todo su Ser.
Por tal motivo, es conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior. No somos ni salvadores ni salvados. Nuestros auténticos maestros, son aquellos de los que nos rodeamos diariamente, quienes nos ponen a prueba, obligándonos a aprender de las experiencias a las que nos someten y que gracias a ser superadas, nos dan entendimiento sobre nuestras capacidades y debilidades.
No olvidemos nunca que aquello que más a menudo rechazamos, aquellas situaciones o personas que siempre nos obcecamos en evitar, son justamente, a las que tenemos que •enfrentarnos” y hurgar, para identificar qué clase de miedo se oculta tras esa negación. Si somos sinceros con nosotros mismos en la identificación de los miedos, progresaremos por la vida, conociendo y tomando consciencia de los sucesos que la vida a puesto ante nosotros, no para ser esquivados, sino para ser superados.
El resumen para este nuevo paradigma, es entender y aplicar el conocimiento interior, ese que nos conecta con nuestra suprema sabiduría, la que nunca nos falla. Así lo transpersonal irá manifestándose a cada paso con más intensidad, conduciéndonos a otro modo de existencia alejada del dolor y el sufrimiento que, como hemos visto, no tiene motivo de seguir formando parte de nuestra existencia terrenal. El objetivo, desde mi punto de vista de este nuevo paradigma, como bien dice el Dalai Lama, se trata en la aniquilación de las fronteras y ataduras ideológicas, en establecer nuevas bases de forma que cada Ser pueda tener su propia espiritualidad, basando su conocimiento en una mente con conciencia de sus limitaciones pero con perspectivas a derrotar esos límites que nos separan en diferentes mundos, el material y el espiritual, de forma que ambos puedan fusionarse, tomando perfecta conciencia de nuestra Totalidad, basándonos en la firme confianza en nuestra Totalidad y en la del prójimo, sin necesidad de recurrir a elementos ajenos que nos recuerden constantemente dependencias diversas, inferioridad de condiciones, etc..
Consiguiendo estas nuevas bases, es decir, anulando el Poder sobre.. para aceptar el Poder con.. finalizaría el caos en el Planeta Tierra.