Nº 6 – Herida en el alma

Serena el viento que arrecia la mañana,
en un suculento estambre de flores,
de aromas polvorientos,
de colores vivos como pétalos.
Me lamento en mi herida,
pues, separada de ti me siento,
por millones de abejas fulgurantes,
que despiden con fuerza toda la lumbre,
hasta que sucumba errante,
en ese cielo que me pintaste.
Y sostengo,
el fuego entre mis manos dulces,
de amor desesperadas,
de caricias anheladas,
de tu cálida y hostil mirada.
Pues presiento,
presiento que he muerto,
pero no es así,
lo sé,
sé lo suficiente como para no dejarme morir.
Por ti, por ese favor de tu boca,
por esa mirada rota,
elocuente,
que mancillada y errante,
se presiente,
vulnerable y loca,
ardiente,
cual sólida roca.
Eclipsada,
por la marea desenterrada,
empecinada,
eternamente sola.




Mensaje: Es gracias a las heridas del alma, como podemos levantarnos de nuevo completamente renovados. Es necesario para ello vivir profundamente esa herida. Después todo empieza de nuevo y nos desapegamos del dolor que nos causó y observamos simplemente la cicatriz que quedó. Y como dijo C.K. Anthony: Sólo cuando el ser humano puede estar solo encuentra la unidad con los demás.