Nº 40 - Huella

Huella que habla con melancolía
de un ayer aún perverso,
que me confiere
y al tiempo confirma
mi falsa embriaguez.
Escarbo en esa huella,
profunda y malévola
que se resiste a perecer.
No tengo más que insistir,
hasta conseguir que desaparezca
esta marca de mi tez,
para entonces por fin volar.
Volar libre,
sin temores, ni tormentos,
alejando tu absurdo recuerdo,
ese que malhiere mi esencia,
dejándola turbia e inmersa
en la desesperación.
El dolor
me impide recordar tu faz.
Sólo advierto en ella,
en tu cara mugrienta
una profunda herida,
que con suma destreza,
curé un buen día
y ahora, estúpido,
tú te niegas a curar la mía.
Perversa es tu huella.
Tomo aliento,
cojo fuerzas
y lo intento.
Recurro,
a mis sacrílegos
experimentos,
sólo ellos
me ayudarán a borrar…
la huella de la soledad.
Tomo aliento,
cojo fuerzas
y lo intento.
Vuelo libre,
sin temores, ni tormentos,
lejos del absurdo recuerdo,
ese que me enseñó a crecer,
dejándome acaudalada y exenta
de culpa, perdonada.




Mensaje: En inconmensurable se convierte el amuleto que porta inscritas las huellas, firmes e indisolubles de pasadas experiencias, en las que las expectativas puestas en nuestros seres amados, se cercenan, como la cera de una vela. No te frustres, deja de poner expectativas a nada ni a nadie, ni siquiera a ti mism@. Así no sentirás que nada ni nadie, ni tú mism@, es imperfect@. En la excesiva exigencia nunca hallarás la conformidad sobre nada, a todo siempre le faltará algo.